viernes, 25 de marzo de 2011

Poema del infinito (con foto de la Vía Láctea)


P
tolemaicas


Cuando descubrí, de niño, la palabra infinito, y, más que la palabra, esa falta sin fondo de que hablara Vallejo, sentí una angustia inapresable, un vacío en el pecho que todavía hoy me estremece cuando pienso en la sustancia ilusoria del horizonte. Al caer las primeras sombras de la noche perdía la voz, corría en círculos alrededor de la casa como si pudiera construir fronteras redondas, y lloraba, lloraba desconsoladamente sin saber que mi pena era la misma que sufrió Pascal y que sufrieron todos los sabios después que descubrieron que era falso el Empireo, y el cielo de los cielos, y que la tierra no era más que una mariposa girando en torno al sol. Siempre sospeché que Ptolomeo no ignoraba la naturaleza infinita del universo y que su sistema fue el único que encontró para protegernos de esa angustia. Todavía, en las claras noches del verano, me descubro sufriendo el destino de las estrellas que caen a ningún sitio y que siguen, con su rastro de luz, dividiéndome el pecho.


Waldo Leyva (nacido en Villa Clara, Cuba, 1943)


Foto: Imagen de la zona que se encuentra alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, lograda por el telescopio Spitzer de la NASA (el telescopio espacial es un observatorio infrarrojo que puede ver a través del polvo que envuelve el centro de nuestra galaxia). En el medio se observa una franja blanca ubicada a una distancia de 26.000 años luz de la Tierra, y es tan lejana que la luz que se ve son las miles de estrellas diseminadas en un solo punto brillante. Los expertos concluyeron que estas estrellas giran alrededor de un agujero negro masivo que se halla en el medio de la Vía Láctea. Crédito de la imagen: NASA / JPL-Caltech