lunes, 6 de junio de 2011

Trucos del cerebro para estudiar mejor cuando se está ansioso

Imagen tomada de ABC.es

La revista científica «Science» publicó dos investigaciones que ofrecen nuevas pistas para elegir la mejor estrategia de estudio y aliviar el estrés. Uno de los trabajos propone algo tan sencillo como tomar un cuaderno en blanco y dedicar unos minutos antes del examen a escribir sobre lo que nos preocupa. Este ejercicio libera el capital intelectual necesario para completar la prueba con éxito, según la conclusión de un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago.

Varias pruebas con voluntarios demostraron que el grupo que descargaba sus emociones en el papel obtenía mejores resultados en pruebas matemáticas y en exámenes con estudiantes de Biología. La mejoría no era muy llamativa —apenas un 5%— aunque en todos los casos las notas más altas se registraron entre los estudiantes-escritores. Otro dato importante, es que esta «terapia» solo funciona cuando se siente ansiedad. Los estudiantes con un temple de acero serán los que menos partido le saquen a este truco.

No es la primera vez que se demuestra que trabajar bajo presión consume la memoria operativa o activa del cerebro. Este tipo de memoria funciona como una especie de bloc de notas o chuleta mental que nos permite trabajar con un apoyo siempre a mano.

Imagen tomada de Teens.com

Cuando las preocupaciones se acumulan, se pierde la agilidad mental necesaria para atender nuestros miedos y nos bloqueamos. La psicóloga Sian Beilock, autora de la investigación, define este problema como la «asfixia» de trabajar bajo presión. Y no es una circunstancia única de estudiantes. Profesionales con talento obtienen resultados por debajo de su capacidad cuando se enfrentan a situaciones de estrés o deben enfrentarse a una reunión importante. En estos casos, la escritura también puede ser terapéutica.

Para recordar lo estudiado, el cerebro recurre a la memoria a largo plazo, lo más parecido al disco duro de un ordenador. Y, en concreto, a la memoria declarativa. En ella se graban los datos, el significado de las palabras, números o los recuerdos de los acontecimientos. Para hacerlo entran en funcionamiento distintas regiones y estructuras del cerebro. La corteza cerebral primero debe hacer el esfuerzo de incorporar lo aprendido. Después es el el hipocampo el que se encarga de consolidarlo, con la ayuda de otras zonas de la corteza prefrontal medial y de una pequeña estructura llamada amígdala implicada también en las emociones. El penúltimo paso consiste en almacenar la información y, finalmente, el cerebro actúa para recuperar la información y comunicarla.

Un músculo para ejercitar

¿Cómo se puede conseguir que este complejo proceso sea ágil? La respuesta no es sencilla y hay muchas fórmulas. «Debemos ver el cerebro como un músculo que requiere entrenamiento. Está en continuo proceso de remodelación y cuanto más lo ejercitemos, más posibilidades tiene de rendir», opina Carmen Cavada, presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia.

Uno de esos ejercicios de entrenamiento se acaba de publicar en la revista «Science», y aunque suene a viejo. La conclusión es que los exámenes, en sí mismos, son una de las mejores fórmulas de aprendizaje, dicen los investigadores de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos. No hay nada más impopular que un examen y a sus miles de detractores puede interesar saber que las pruebas de conocimiento no solo evalúan nuestro saber si no que lo mejoran.

No hace falta llegar al aula para comprobarlo. Los psicólogos estadounidenses proponen que los alumnos hagan test antes de enfrentarse al examen que les va a puntuar. Así se consolida lo aprendido. «Los exámenes no son solo una prueba para saber lo que una persona sabe. Son un ejercicio que refuerza el aprendizaje y el almacenamiento de la información», explica la profesora Cavada. La investigación no solo se limitó a comprobar el valor de los test. También comparó la utilidad de este ejercicio con otro método muy recomendado por los profesores: la utilización de esquemas y diagramas, muy visuales, para grabar nuevos conceptos en la memoria. Los resultados apoyaron los exámenes.

Los estudiantes que leyeron un pasaje de un texto y se les pidió que intentaran repetir lo que habían leído. Una semana más tarde habían retenido hasta un 50% más de información que los que habían recurrido a otros ejercicios, como estudiar de forma repetitiva el material (memorización simple) o se dedicaron a elaborar esquemas y a relacionar ideas. Lo curioso es que la mayoría de los estudiantes esperaban aprender más con esos esquemas que con la autoevaluación.

Sin esfuerzo no se aprende

Otra fórmula para mejorar el rendimiento es el sueño. Pasar una noche en vela preparando un examen es uno de los errores más extendidos. El problema no es solo el cansancio. En la fase REM, cuando se producen los sueños más intensos, es cuando se produce una mayor actividad para consolidar la memoria. Incluso las siestas ayudan a reforzar el aprendizaje.

De lo que no hay duda es que no hay trucos ni estratagemas que suplan el estudio y el esfuerzo. «Estoy convencida de que detrás de los resultados brillantes de los estudiantes asiáticos está su mayor espíritu de sacrificio y su trabajo», opina la presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia. Carmen Cavada, también catedrática en la Universidad Autónoma responsabiliza al profesor. «No se puede aprender sin esfuerzo y tampoco sin motivación. Un profesor que motiva cosecha siempre mejores resultados».

Fuente: ABC

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Es oficial: meditar por 8 semanas puede cambiar el cerebro

Imagen tomada de thecoolblogs.com

Un equipo de psiquiatras del Hospital General de Massachusetts, realizó la primera investigación documentada de cómo la meditación afecta el cerebro, y de acuerdo a sus conclusiones (publicadas en Psychiatry Research), practicar un programa de meditación por ocho semanas puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés.

"Aunque la práctica de la meditación está asociada a una sensación de tranquilidad y relajación física, los médicos han afirmado durante mucho tiempo que la meditación también proporciona beneficios cognitivos y psicológicos que persisten durante todo el día", dijo la psiquiatra Sara Lazar, autora principal del estudio. "La nueva investigación demuestra que los cambios en la estructura del cerebro pueden estar detrás de esos beneficios demostrados, y que la gente no se siente mejor solo porque se han relajado", agregó.

Pintura realizada por Peter Hobden y tomada de petehobden.com

La dra. Lazar anteriormente ya había realizado estudios en los que encontró diferencias estructurales entre los cerebros de los profesionales de la meditación, con experiencia en este tipo de prácticas, y los individuos sin antecedentes, como, por ejemplo, un mayor grosor de la corteza cerebral en áreas asociadas con la atención y la integración emocional. Sin embargo, la dra. Lazar no pudo confirmar si esto era el resultado de haber pasado ratos de reflexión.

Para el estudio actual, los científicos tomaron imágenes por resonancia magnética de la estructura cerebral de 16 voluntarios dos semanas antes y después de realizar un curso de meditación de ocho semanas, un programa para reducir el estrés coordinado por la Universidad de Massachusetts. Además de las reuniones semanales, que incluían la práctica de la meditación consciente, que se centra en la conciencia sin prejuicios de sensaciones y sentimientos, los voluntarios recibieron unas grabaciones de audio para seguir con las meditaciones en el hogar.

Los participantes en el grupo de meditación pasaron 27 minutos cada día practicando estos ejercicios. Sus respuestas a un cuestionario médico señalaban mejoras significativas en comparación con las respuestas antes del curso. El análisis de las imágenes por resonancia magnética encontró un incremento de la densidad de materia gris en el hipocampo, una zona del cerebro importante para el aprendizaje y la memoria, y en estructuras asociadas a la autoconciencia, la compasión y la introspección. Además, se descubrió una disminución de la materia gris en la amígdala cerebral, un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales, lo que está relacionado con una disminución el estrés. Ninguno de estos cambios fueron observados en el grupo de control formado por otros voluntarios, lo que demuestra que no fueron resultado solo del paso del tiempo.

"Es fascinante ver la plasticidad del cerebro y cómo, mediante la práctica de la meditación, podemos jugar un papel activo en el cambio del cerebro y puede aumentar nuestro bienestar y calidad de vida", dije Britta Hölzel, otra de las investigadoras. Este descubrimiento posibilita nuevas terapias para aquellos que sufren problemas graves de estrés o padecen de un agudo estrés post-traumático después de tener una mala experiencia.

Fuente: ABC